«You Aren’t Gonna Need It» o «No vas a necesitarlo». Una de las reglas que todo aquel que se dedica al desarrollo de software debería tener presente en todo momento. Y no me refiero sólo a programadores o arquitectos, sino también a Product Owners que destrozan su producto llenándolo de funcionalidades banales.
No voy a extenderme mucho en el concepto. Hay mucha literatura por ahí. Sólo quería explicar un caso concreto que me comentaba un buen amigo hace poco. De como uno de esos YAGNIs le explotó en la cara recientemente. Como todos los accidentes, nunca hay una sóla causa, por lo podríamos argumentar que no toda la culpa fue del YAGNI. Pero lo cierto es que si alguien se hubiese planteado la necesidad de esa nueva funcionalidad antes de implementarla, probablemente no estaríamos hablando de esto ahora.
Os pongo en situación. Un sistema promocional requiere aplicar una promoción cuando se produce una determidada condición. Esa promoción siempre tiene un importe fijo. El mismo para todos los clientes y mercados. Nadie de negocio ha planteado nunca cambiar esa condición, no está en ningún backlog, nadie lo pidió y no parece que vaya a cambiar en un futuro próximo.
La cafetera.
Pero resulta que una conjunción lunar hace que un colaborador del equipo muy espabilado, voluntarioso e implicado con el proyecto, aunque algo joven e inexperto en el producto y en las técnicas de programación, tenga una conversación informal con el product owner. Y en lugar de hablar de futbol, se plantean que estaría bien parametrizar ese importe por tipo de cliente y mercado. Y se ponen manos a ello.
La zorra y el avestruz.
El resto del equipo, que está ocupado en otras tareas, no aprecia los riesgos de la modificación. Tampoco se ha hecho un grooming ni se ha planificado en ningún sprint, por lo que el desarrollo pasa bastante desapercibido.
Los spaghetti
Parece que el código del producto no es especialmente sencillo. Esta parte es bastante monolítica y tiene implicaciones con el sistema de pagos y los flujos principales de operación del producto. La modificación inicial era bastante sencilla, básicamente un «cuando pase esto, le ingresas esta cantidad al usuario». Pero al parametrizar esa cantidad por tipo de usuario y mercado, se añade más entropia a la ecuación. Y el código monolítico lleno de casos de uso que violan el principio de responsabilidad única tampoco ayuda.
Las caches las carga el diablo
Mi amigo no puede entrar en muchos detalles, pero resulta que, por circunstancias del producto, averiguar a que mercado pertenece el usuario para entregarle la cantidad que corresponde es tarea complicada computacionalmente. Por lo que alguien en el equipo propone cachear esos datos.
Nuestro voluntarioso programador, después de escuchar las críticas y consejos de un equipo de desarrollo que tampoco tiene muchas ganas de dedicar tiempo al problema, decide hacer su enésimo cambio e implementa esa cache. Y considera que el punto adecuado para guardar esa información es en el flujo de autenticación, ya que, a fin de cuentas, todos los usuarios se autentican en algún momento.
Y aquí tenemos el gran amplificador del problema. Lo que debería ser un caso de uso que ocurre esporádicamente, acaba afectando a uno de los flujos más importantes y usados de cualquier aplicación: el login.
¿Que me decías, cariño?
Cuando un coche sale malo suele decirse que aquello de «seguro que lo fabricaron el lunes a primera hora». En software, estos errores suelen aparecer los viernes, cuando los programadores quieren cerrar sprint y el product owner quiere explicarle al jefe lo listo que es y las cosas chulas que ha implementado el equipo.
Y aquí tenemos a nuestro voluntarioso colaborador pidiendo un code review a sus compañeros un viernes a primera hora de la mañana, todos ellos con el café en mano y pensando en el fin de semana.
Y resulta que la pull request, que ya llevaba varios días desarrollo y cayó en el sprint un poco torcida es aprobada sin demasiadas comprobaciones. Los test pasan, el proceso de integración continuo hace lo suyo y los cambios suben a producción sin que nadie sospeche el infierno que se va a liar en los próximos minutos.
Me gusta el olor de Napalm por la mañana
Lo que podía haber sido un viernes tránquilo se convierte pronto en un pequeño infierno. El error afecta el login de los usuarios, pero no falla siempre, sólo con algunos. La cache alimenta la entropía. No todos los usuarios fallan, y no fallan siempre. A veces falla el login, a veces la aceptación de GDPR, otros usuarios pierden su configuración de idioma. Las consecuencias son algunos clientes enfadados, medio equipo buscando e intentando corregir el problema. Gente dejando de hacer otras tareas importantes pero menos prioritarias, jefes cabreados que huelen la sangre y aprovechan para sacar los trapos rotos.. En resumen, mucha gente enfada por culpa de algo que no debió implementarse nunca.
Conclusiones
Los errores nunca vienen sólos. Por lo general, se acumulan varios pequeños errores que originan un gran problema. En este caso, hay algunas causas evidentes.
- Tareas sin análisis previo o no «groomeadas».
- Inexperiencia del desarrollador, tanto en el producto como en las técnicas de ingeniería.
- Poco apoyo por parte del resto del equipo. Por falta de voluntad, o incluso por desconocimiento de la existencia del riesgo.
- No construir usando pequeños incrementos de valor. Según parece la rama de desarrollo vivía sóla desde hacía varios dias e incluía múltiples funcionalidades. Eso dificulta las code reviews, molesta las subidas a producción y en general, cabrea al equipo.
- Malas revisiones de código por parte del equipo. Por la razón que sea, los miembros más expertos del equipo no supieron aportar su conocimiento en la revisión de código.
- Pero sobretodo, el error principal es la existencia del YAGNI en si mismo.
Es posible que toda la cadena de fallos lleve a otro error similar algún día, pero al menos será porque se estaba intentando aportar nueva funcionalidad.
El número de líneas es un gran determinante sobre la complejidad del software. Y la complejidad de un software tiene costes directos, medidos en euros. Un software complejo genera errores y hace más caro el desarrollo. Es mala idea engordar el código con funcionalidades innecesarias.
En este caso, TODA la funcionalidad que necesitaba negocio en el momento acual era añadir una constante con el valor 10 en alguna lugar del código. Como mucho, parametrizarlo en una configuración. 30 minutos de desarrollo, no más.